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Francisco Oliva Alocén

el hombre que encendió una idea...

por Jorge Anegón, Madrid, Junio 2025.

En plena posguerra, cuando Madrid aún curaba sus heridas y las calles apenas recuperaban el pulso, un pequeño local de la calle Pelayo empezó a brillar con una luz distinta. No era solo una tienda de bombillas. Era el comienzo de una historia de pasión, visión y legado: la historia de Francisco Oliva Alocén y de lo que hoy conocemos como Oliva Iluminación.

Una bombilla, una esperanza

Corría el año 1942. España necesitaba reconstruirse y, en medio del gris de aquellos años, Francisco encendía su primera lámpara. Montó un pequeño comercio de iluminación que, sin saberlo, se convertiría en uno de los estudios lumínicos más importantes del país. Con trabajo constante, intuición empresarial y una sensibilidad especial hacia la estética de la luz, Francisco no solo vendía bombillas: ofrecía calidez, diseño y vanguardia.

De tienda a referente nacional

La visión de Francisco fue evolucionando con el tiempo. Supo rodearse de talento, innovar en diseño e incorporar las grandes marcas internacionales que hoy son sinónimo de calidad y vanguardia. Pero sobre todo, supo anticiparse a las necesidades de arquitectos, diseñadores y amantes de la luz. Convirtió Oliva en un punto de encuentro entre creatividad, tecnología y emoción.

Un legado que sigue brillando

Francisco Oliva no solo construyó una empresa. Construyó una filosofía: entender la luz como un elemento emocional, como parte de la arquitectura del alma de cada espacio. Hoy, su hija Raquel Oliva, tercera generación de la familia, continúa su legado con la misma pasión. Y todo lo que somos se lo debemos a él: a su instinto, a su valentía y a su forma de ver el mundo… siempre iluminado.

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